Usted me dijo que los artistas tienen pacto con el diablo y que en una ocasión subió al volcán para invocarlo a gritos pero que nunca apareció. Luego me contó que cuando una vaca se come una mantis religiosa se hincha de gas y para salvarla de la muerte hay que clavarle un cuchillo por la parte superior izquierda de la panza. Que es una experiencia bella pero desagradable. Que la herida flota como una fuente de pasto y de todo lo que comió. Que a uno no se le va el olor en días.
Jorge Satorre y Catalina Lozano han trabajado los últimos años de cerca del Museo Comunitario del Valle de Xico, y su fundador Onésimo Ventura.
El Museo Comunitario del Valle de Xico abrió sus puertas en 1996. Después de un año de funcionar en una casa particular, el museo se transfirió al antiguo casco de la Hacienda de Xico. En la entrada del recinto, ilustrada con el glifo de un topónimo que representa un volcán con un cordón umbilical que emerge de su centro, una cédula explica:
"El museo comunitario pretende mostrar de manera amena y accesible los testimonios de todos aquellos seres que nos atendieron como habitantes de Xico. Si bien para nosotros es importante preservar y conservar los objetos de nuestros antepasados, pretendemos que este museo sea algo más que un depósito de piezas arqueológicas. Queremos que se convierta en un punto de partida del deseo común por comprender mejor lo que hoy somos y el lugar donde vivimos."




